• César Pabón, director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, señaló que se requieren acciones de política pública, entre ellas, que el Gobierno retome el programa de subsidios para VIS.
La economía de Colombia parece haber tocado fondo en 2023 y comienza a mostrar una reactivación lenta pero sostenida, con un crecimiento proyectado del 2,6 % para este año, superior al 1,8 % pronosticado para 2024 y al 0,6 % de 2023. Así lo advierte César Pabón, director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana. En entrevista con Urbana, el directivo también destacó que el consumo de los hogares será positivo por la reducción de las tasas de interés y la inflación, y el auge de las remesas, entre otros.
¿2025 será un mejor año que 2024 en materia de crecimiento? ¿Qué determinará el despeño económico de este año?
Además de las proyecciones anotadas, la inversión empieza a repuntar y se destaca la demanda de maquinaria y equipo, especialmente para obras civiles. Por sectores, la agricultura y el entretenimiento se consolidan como motores de crecimiento, mientras que el comercio, las obras civiles y los servicios financieros muestran señales de recuperación. En 2025 se espera que las ramas de la actividad económica registren resultados positivos, salvo minas y canteras, afectada por problemas de orden público.
A pesar de las señales de reactivación, sectores estratégicos como la industria y la construcción, que representan casi el 90 % de los bienes y servicios relacionados con la inversión fija, siguen estancados. El alto costo del financiamiento, la elevada carga tributaria y la incertidumbre agravan la situación, así como la eliminación de subsidios a la vivienda y la baja ejecución de proyectos de infraestructura.
¿Cómo ve la dinámica de la inflación y de la política monetaria? ¿Cómo incidirán los cambios en la Junta Directiva del Banco de la República?
La inflación aún se encuentra fuera del rango meta, aunque se ha desacelerado: de 9,3 %, al comenzar 2024, pasó a 5,2 % a finales del año, y se espera que al cierre de 2025 llegue a 4 %. La reducción se dio gracias a una política monetaria restrictiva que permitió anclar las expectativas y facilitó una disminución gradual de la tasa del banco de 13,0 %, al inicio del año, a 9,5 % al finalizar 2024.
Sin embargo, la cautela predomina y existen riesgos al alza. Las disminuciones en los precios de los alimentos y los productos regulados podrían terminar, mientras que factores como la depreciación del tipo de cambio, el aumento desproporcionado del salario mínimo y la alta indexación de los servicios generarían presiones adicionales sobre los precios.
Esto complicaría la labor del Banco de la República, especialmente por la llegada de nuevos codirectores, quienes podrían orientar sus políticas al crecimiento. Aun así, es probable que el control de la inflación se mantenga como algo prioritario y motive la cautela en las decisiones. Se proyecta que la tasa de política monetaria cierre en cerca de 7,75 %, por encima de las expectativas previas, que oscilaban entre 5 % y 6 %.
¿Qué se espera para los principales indicadores del sector de edificaciones?
Aunque las ventas de vivienda crecieron un modesto 0,4 % en 2024 (un cambio respecto a la drástica caída del 38,2 % en 2023), los lanzamientos y las iniciaciones de vivienda disminuyeron 16,7 % y 10,0 %, respectivamente, para dos años de retrocesos consecutivos.
El cierre del año estuvo marcado por contracciones en las ventas de vivienda. En diciembre de 2024, se redujeron 22,8 % anual, mientras que en el mismo periodo los lanzamientos cayeron 51,9 %. En particular, en diciembre este indicador llegó a su nivel más bajo desde que se tiene registro (enero de 2010), y las ventas de vivienda nueva fueron las más bajas desde 2011. A pesar del panorama, las condiciones para 2025 serían más favorables y se espera que el valor agregado de las edificaciones crezca 0,8 % en 2025.
La actividad del subsector de edificaciones sigue por debajo de los niveles de 2019. ¿Cómo se podría cerrar esta brecha y dinamizar el sector este año?
En el tercer trimestre de 2024, el valor agregado de las edificaciones se situó un 13 % por debajo de los niveles prepandemia. Aunque esto es producto de los aumentos históricos en las tasas y la desaceleración económica, las perspectivas para 2025 son más positivas.
Las tasas del Banco de la República han mostrado una reducción significativa. Además, el Pacto por el Crédito ha permitido que las tasas hipotecarias caigan al doble del ritmo de las tasas del banco. Gracias a este ajuste, y al descontar el valor de la tasa de política monetaria, las de vivienda están en mínimos históricos en términos reales. Sumado a esto, el crecimiento estimado del PIB del 2,6 % para 2025 sugiere una mejora en el mercado laboral y los ingresos de los hogares, lo que es favorable para el sector constructor.
No obstante, cerrar la brecha con los niveles prepandemia requerirá políticas públicas ambiciosas en materia de vivienda, que son fundamentales para el desarrollo del sector y actúan como herramientas de política económica contracíclica, debido a su alto impacto multiplicador. Por eso, es el Gobierno debe retomar el programa de subsidios para VIS.
¿En el caso particular de la vivienda, qué prevé para este año, teniendo en cuenta la reciente decisión del Gobierno de suspender los subsidios de ‘Mi Casa Ya’?
A pesar de la perspectiva positiva, el sector constructor sigue atrapado en un laberinto de desafíos sin soluciones a la vista. La reciente decisión del Gobierno de suspender el programa ‘Mi Casa Ya’ afectó la confianza y las señales iniciales de recuperación podrían desvanecerse por los desincentivos para la adquisición de VIS.
Con la suspensión del subsidio, los potenciales beneficiarios deberían asumir un alza del 40 % en sus cuotas, lo que limitaría la compra de los hogares con ingresos inferiores a 2,5 salarios mínimos. Esto afecta a los hogares y a los constructores, y debilita la confianza en el mercado, que registró una caída histórica en 2023 en ventas, lanzamientos e iniciaciones cercana al 40 %.
La política pública de vivienda ha sido fundamental y una herramienta económica contracíclica, con un efecto multiplicador importante: por cada peso invertido, se generan entre 2 y 3 pesos en valor agregado. Recordemos la implementación de coberturas a la tasa de interés tras la crisis financiera de 2008, el Programa de Vivienda de Interés Prioritario para Ahorradores del Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE) en 2012, y el fortalecimiento del programa FRECH No VIS entre 2020 y 2022.
¿Sin ‘Mi Casa Ya’ la dinámica regional y el trabajo de los sectores público y privado contrarrestaría la situación?
El sector constructor es el llamado a reactivar la economía colombiana. Sin embargo, a la incertidumbre generada desde el Gobierno se suman las limitaciones fiscales y la postura cautelosa del Banco de la República, que exigen buscar actores diferentes a los tradicionales y ahí las regiones emergen como líderes para la reactivación. Según Camacol, los planes de desarrollo regionales podrían superar los 120 mil subsidios de vivienda, el 60 % de la meta nacional para el cuatrienio, pero no es suficiente; es esencial que el Gobierno reduzca la incertidumbre mientras el sector privado se une al esfuerzo. Para maximizar su impacto, las regiones deben optimizar la gestión de regalías, fortalecer capacidades y diversificar las fuentes de financiamiento. Solo así el sector constructor saldrá de su laberinto.
Y no olvidemos que el futuro del sector inmobiliario también está en la vivienda sostenible, que puede reducir el consumo de energía hasta en un 30 %, disminuir el uso de agua en un 50 % y reducir los costos de mantenimiento entre 10 % y 20 %.